Encajando con Bolillos.-

Bolillos por doquier a manos artesanas entretejiendo motivo y red al unísono, con la complejidad que conlleva el equilibrio entre ambos. 
Hoy en día la tradición ni se respeta ni se valora. Se prefiere la fotografía digital a antojo de internauta que el repostero manual o el bordado de la falda de Carbajales de Alba; y el Temple hizo de las suyas y se percibe. Y así “saya tuviera quien guantes anduviera”. Y ni el placer gustativo se asemeja cuando huele la casa entera a bizcocho de naranja desde el horno que si me desayuno con el plastificado, por muy buen sabor y color que muestre rodeado de florecitas pintadas a mano en el plato de loza de Vista Alegre. 

Y resulta práctico disponer del fruto seco pelado y limpio, listo para engullir, mas la diversión de utilizar el modelo de cascanueces pertinente (que los hay, y muchos) para extraer un micropulgarcito pensante intacto no tiene parangón. Ni puestos de castañas, ni chocolate con churros, ni sidra recién escanciada, ni fino de la Feria con su Medina... ¡Algo habrá que hacer, digo!.
Ansí que para no perder comba nos echamos a perder y de esta guisa nos va. Por lo que como “a falta de pan buenas son tortas”, “a perro flaco todo son pulgas”, porque “en invierno no hay mejor abrigo que la capa”. Y es evidente que “marido rico y tonto no tiene precio” aunque “el que siembra y cría, tanto gana de noche como de día”, pues “quien destaja no baraja, y a buen salvo está el que repica”. Oh, ¡qué tortura!, ¡pardiez!, “porque la calva oculta quede en salvo, aventuro la vida: Que yo quiero antes mil veces ser muerto que calvo”.

Ya lo aprendimos de infantes, “más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena” donde “agua de pozo y mujer desnuda llevan al hombre a la sepultura”, aunque “el dinero y la mujer en la vejez son menester”. Pero no tengo muy claro eso de “al mujeriego, mil perdones”... Si es que “este mundo es un día miel y otro cebolla”. ¡Aplíquense el cuento!: “Quien siembra vientos cosecha tempestades”, siempre sopesando que “cuando Dios da la llaga, da el remedio que la sana” y “lo que el médico erró, errado quedó y la tierra lo cubrió”.

Por otra parte, “de la abundancia del corazón habla la boca” y “no todo el monte es orégano”. La consecuencia es que “mal me quieren las comadres, porque digo las verdades”. Pero no me inquieta si “desdichas y caminos hacen amigos”. Al final descubro que “para andar derecho, estar de barbecho” y “a caballo corredor, cabestro corto”.

Terminaré sin mezquindades, “bien te quiero, bien te quiero, más no te doy mi dinero”, “si tienes lentejas, ¿de qué te quejas?”. A ello me pongo recordando que “en Noviembre has de labrar el viñedo y el olivar” y “por San Martín, abre la espita al tonel, y bebe de él”. 
Cuídome sin desmanes aprendiendo que “con la flor del pellejo, resucita el viejo” y “quien borracho se acuesta, con agua se desayuna”. ¡Cáspita!, ¡voto a bríos!, “si ganada es Antequera, ojalá Granada fuera”. Recuerda bien mío, “de tus pedrizas hago mi canción”, y sigo viniendo “del Congo, y el sombrero me lo quito y me lo pongo”.






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