Metáfora de una Despedida._

El día amaneció nublado, con un velo húmedo que proyectaba la luz sobre las hojas de los árboles. Una paloma atravesó el espacio visual de izquierda a derecha, como jugando con sus alas. El sonido de la vida se escuchaba intensamente desde muy temprano. Las abubillas picoteaban el suelo dibujándolo con las rayas de su plumaje. Una libélula permaneció veinte segundos (una eternidad) como si estuviera colgada de un hilo invisible. A lo lejos se escuchaba el ladrido potente de un perro. Las nubes se abrían y cerraban con juegos malabares y los caracoles reposaban pacientemente en las plantas tras sus escarceos nocturnos. Un escarabajo pelotero jugueteaba con sus patas y restos de comida mezclada con piedrecitas y algunos hierbajos. Un grupo de vacas pastaba pacientemente en el prado del fondo. A la derecha un hombre dentro de un tractor se encaminaba a su labor diaria. De la tapia de la iglesia sobresalían algunos brotes verdes, y también musgo y una flor amarilla pequeñita. Al andar la tierra fresca y ligeramente mojada emitía un quejido de sorpresa que se esparcía en el silencio. Los grandes verdes adquirían tonalidades a ratos opacas y por instantes brillantes. En un momento intermedio de sosiego y ausencia de ruido una pareja de águilas reales inició su descenso desde las piedras y rocas en altura formando círculos cerrados al comienzo que se fueron abriendo progresivamente en forma de grandes elipses con majestuoso planeo bidireccional en amoroso e involuntario acuerdo. La escena permaneció casi estática unos minutos. Las rapaces desaparecieron separándose con ligereza en su marcha mientras dos rayos de sol se dejaron resbalar infantilmente hasta el pilón de la fuente de la plaza.




Comentarios

Entradas populares