Para Hatshepsut, en el día un millón mil dos.-

¡Mírame, Hatshepsut!, como sabes, con la esencia de tu pulgar, con la magia de tu ceja. ¡Mírame y sonríeme!. Y aprende a buscar mis valles y saltar mis cercas. Rodéame con tu brazo y descansa tu crin en mí. Deja posar tu magia sobre mis arrugas, tu fuerza sobre mi tesón, tus timbres sobre mis escamas, tu hálito sobre mi voz. 

¡Mírame, Hatshepsut!, ¿me ves?, ¿sabes quién soy?. Soy el errante adormecido que canta la letanía, soy la luna y el hastío, soy aquel niño que un día fui.
Si me miras prometo darte las estrellas, y te juro lealtad. Si te pierdes en mis dunas te entregaré mis mares. Si te escondes en mis nidos haré cantar a los pájaros para que cada mañana al despertar rían contigo.

¡Mírame, Hatshepsut!, estúdiame a cada paso y hazme florecer con tu luz. Recorre sinuosidades sin miedo porque las noches ya perdieron melancolía y placer. ¡Mírame como sabes!, y enciende mis caminos y apaga mis desmanes. Yo te mostraré mis naves, mis ramas y mis pesares obviando tus salvedades.

¡Mírame, Hatshepsut!, ¿por qué no me miras cuando me hablas?.







Comentarios

Entradas populares