La Magia de las Sombras.-

¿Cómo convertir a las personas en protagonistas del espacio visual?. Muy sencillo, destacando aquello que nos hace diferentes y a la vez nos aglutina transformándonos en preciosas simbiosis circunstanciales. Porque allí donde nos sentimos bien no nos importa perder cierta autonomía para encontrar el encuadre perfecto si la interconexión se hace palpable y el minuto se convierte en una vida, evidenciando las dos ausencias: Una perenne compartida precozmente que rompió sin solución (en realidad fueron tres, tristemente), la zurda más preciosa del mundo jugando a los bolos con sonrisa enorme de pato Donald, y otra temporal distante, la diestra con mayor efecto, sorprendente en cada movimiento desde el primer paso hasta el último. Porque algunos grupos humanos dispares se armonizan con gran facilidad y a veces merece la pena un doble esfuerzo para preservar intacto aquello que nadie puede cambiar: Los minutos de camino, esos que le conceden a uno el don de la exclusividad, de la risa, del silencio, de la borrachera, del llanto, del dolor, del enfado, del éxito y del fracaso. Y da igual si uno contabiliza semis o plenos, o si se juega con dieces, doces o catorces, en negro, a colores, explosivamente o con lentitud, si se es hombre o mujer, al final lo que queda es haber acompañado para conocer al neonato de quinientos cuarenta gramos (que al día siguiente pesaba cuatrocientos ochenta), con la esperanza colocada en la palma de la mano y el pie en el meñique, sin saber si sobrevivirá hasta la semana siguiente, para comprobar hoy que la Medicina se practicó a la perfección en aquella Pulgarcita. Y es que, nos guste o no, vivir está compuesto de muchos intervalos de vida que se alternan periódicamente con alguno de muerte. Esa es la magia, estar siempre a todo cuando uno constata que aprecia y respeta.




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