La Capacidad Creativa

Me parece frustrante no disponer casi nunca en el mundo de la Medicina de alguna oportunidad para utilizar ideas novedosas que resulten originales y tengan cierta relevancia de cara al futuro. El método científico parece a priori incapaz de impregnarse de instantes creativos porque invalidarían el acto observacional. 
Para la creación, al igual que para la memoria, el ser humano emplea varios procesos mentales entrelazados, que algunos autores evalúan mediante diversos análisis que denominan “pruebas de pensamiento divergente” y también otra serie de técnicas capaces de dilucidar si dicha función cognitiva es fluida, flexible y original. Yo, profana en la materia, tengo mis dudas, porque a lo largo de la historia las mentes singulares han sido vapuleadas en su tiempo y en su espacio por alejarse de lo habitual, enalteciéndose después con los años. Y además un test ya me parece rígido per sé, más aún si va dirigido a estudiarme a mí y a mi cabecita pensante (dicho sea de paso, una vez que me pensaban cambiar de colegio, después de hacer una serie de tests de toda índole, la directora del nuevo centro reunió a mis padres para informarlos sobre mi cortedad mental en función de los resultados neuropsicológicos, que a pesar de todo me aceptaban como alumna y que no se preocuparan. Mi madre, en vista de las circunstancias, me tuvo todo el verano haciendo problemas de Matemáticas y además desarrolló una úlcera de duodeno por estrés de la que le costó bastante curarse. A los quince días de haber comenzado el curso hubo otra reunión para pedirles disculpas por la equivocación, lo cual es de mucho agradecer, porque rectificar siempre es de sabios y yo no debía ser tan corta como pensaban en un principio).
Por ende, el neurocientífico actual, ávido de encontrar causas físicas a todo, ha hallado que el gen transmisor de la Dopamina DRD2 se asocia con altos rendimientos en capacidades figurativas (por un momento he pensado en R2D2 y me ha divertido el robotito, para volver después a la cruda realidad). 
Otros autores hablan de las diferencias por sexo, señalando que las mujeres suelen ser más creativas que los hombres en pruebas verbales (evidente, hablamos y hablamos sin parar), sin que se aprecie tal diferencia en cuanto a la música. Lo que sí resulta muy curioso es que las áreas cerebrales reclutadas para realizar estos exámenes son diferentes en los hombres y en las mujeres cuando son estudiados con Resonancia Magnética Funcional. Así, ellos utilizan la corteza órbitofrontal y frontal y parietal inferiores, y ellas la temporal anterior y posterior y también parietal superior, aunque todos (y todas —aquí queda bien decir “todas”—) siempre emplean más el hemisferio izquierdo.

En cuanto a los músicos, dicen que los que practican jazz suelen tener mayor capacidad creativa en otro tipo de tareas, resultando la improvisación fundamental a la hora de liberar ideas con esta característica. Y por supuesto la facultad en cuestión es modulada siempre por factores biológicos, psicológicos y ambientales.
(Diaz Abrahan, V., & Justel, N. (2019). Creatividad. Una revisión descriptiva sobre nuestra capacidad de invención e innovación. Rev. CES Psico, 12(3), 35-49).

Y después de leer el artículo de esta argentina, aunque me ha parecido interesante, percibo una vez más la gran vulnerabilidad del ser humano en esta máquina tan perfecta y a la par susceptible de sufrir frente a cualquier pequeño cambio, ya sea hormonal, vascular, e incluso estacional o de presión atmosférica, por no decir agresión externa (traumática o infecciosa, por ejemplo).

Y ahora me da por imaginar: Si la corteza órbitofrontal, que es la que regula la socialización, la toma de decisiones y la inhibición de ciertas conductas primarias, es la que se estimula más en los hombres para la creación, probablemente es que se siente inconscientemente poco libre porque su lóbulo frontal lo está permanentemente aleccionando. Esta parte de la corteza cerebral es la que piensa en abstracto, la que organiza la memoria de trabajo y la que planifica para el futuro. Es la que nos diferencia significativamente de otros primates, tanto por su tamaño como por su función.
Todos los médicos sabemos que muchas veces los pacientes mayores pierden ese control frontal durante sus ingresos hospitalarios porque sufren cuadros confusionales y hacen y dicen cosas sin pasarlas por el tamiz del superyó.
¿Y la corteza temporal anterior y posterior?: Es la que planifica las funciones auditivas.

Concluyendo en gerundio: Ya tengo clarísimo el porqué los hombres son conquistados con la vista y las mujeres a través del oído. Se trata de bases físicas, ni más ni menos. Sólo hay que estimular las cortezas pertinentes para que se vuelvan más creativos, o inhibirlas para que no lo sean. Este Mundo Perfecto me está resultando demasiado complicado. Ahora no sé si tengo una capacidad creativa masculina, femenina, bisexual o asexual. Lo tendré que meditar, o dedicarme al cultivo de la hortaliza, que seguramente me haría más feliz y me daría más satisfacciones.

Tan sólo me resta saber si en algún instante de mi existencia alguien en mi vida del mismo sexo que yo o del contrario me dirá algo bonito con respecto a mi trabajo, mi sonrisa, mi estética o mi forma de enfrentarme con el mundo tal cual es, y así me sienta apreciada, querida y respetada por lo que soy realmente, sin tener en cuenta las chorradas que hoy se comentan en los medios de comunicación. Porque muy diferente es que se te insinúen o te digan una salvajada a hacer un sencillo comentario sobre una misma. Sin ir más lejos el otro día en un semáforo un hombre de origen sudamericano hizo ademán de preguntarme algo desde su coche y yo bajé la ventanilla. Para mí sorpresa sólo dijo “se te ve muy linda”. Y yo, sorprendida, sonreí y respondí “muchas gracias”. Y nada más, porque lo dijo educadamente, sin miradas libidinosas ni connotaciones extrañas, sino con total naturalidad, y yo se lo agradecí, y no le contesté lo mismo porque no me lo pareció, que si no lo habría hecho igual de sonriente.
Por eso me gusta mi amiga armenia, porque es guapa e inteligente y de las pocas personas que en condiciones normales me respeta y me valora.
Y uno de los piropos más preciosos que me dijeron en mi vida fué en El Retiro: “¡Viva lo bonito y lo bien ‘terminao’!”, y yo me marché por donde había venido pisando fuerte tan contenta. Y es que estoy harta del “piensa mal y acertarás”, no es mi estilo y ojalá no lo sea nunca. Así podré envejecer con mirada infantil, como siempre miraba mi abuelo Cándido.










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