Animales sorprendentes


El olvido no existe. La belleza
se añora sin cesar y se persigue:
Memoria y profecía de sí misma.
La belleza es un sino, lo mismo que la muerte.

                   "El águila bicéfala"
                     Antonio Gala

Hoy voy a contar una historia real. Hace mucho mucho tiempo, tanto que no puedo acordarme, yo tenía un novio cartagenero que estudiaba Industriales en Madrid y vivía en la prolongación de Alcalá. Un verano, mientras estaba en su tierra de vacaciones, se encontró por la calle un perro de un año y medio de edad y raza indescriptible muy chiquito. Lo cuidó todo el período estival y la familia, que ya tenía un pastor alemán en el chalet, decidió adoptarlo. Llegó Septiembre, empezó el curso y nuestro chico tuvo que regresar a Madrid, dejando el animal al cuidado de sus padres y sus tres hermanos. A los dos días recibió la noticia de que el perrillo (yo lo conocí, un chucho algo mayor que un chihuahua) se había escapado. Mi novio de entonces, que era un chico muy tierno, se disgustó bastante. 
Transcurrió una semana. Un Jueves, al volver de la Escuela, lo descubrió agazapado entre dos coches, lleno de magulladuras y sucísimo a la altura del portal de su casa de la calle Alcalá. ¿Cómo llegó hasta allí?... Viajando por España... ¿Cómo averiguó dónde llegar?... Nadie lo sabe... Ese mediodía cogió al perro, lo metió dentro de la cazadora de motero que tenía dejándole asomar la cabeza (todo ojos) se subió a su Vespa roja, y me fué a buscar sin previo aviso al C.E.U. de Claudio Coello. Fué el perro más besado del mundo.






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