¡Señora, adopte un clásico!.


Leo en El País a Javier Ayuso y jugando en internet termino con Eco y su “enemigo extracomunitario” y, la verdad, he decidido adoptar un clásico en mi lengua, un “graeculus” inventado por mí, chistoso y alegre. Y es que lo del “bitcoin” ni lo veo, ni lo conozco, ni siquiera me interesa porque me crié con pesetas. Además mi abuela me ponía pañitos en los pies al entrar en su casa para abrillantar a ritmo de patinaje artísico sonriente. Y mi padre nos hacía vasitos de papel de usar y tirar sobre la marcha para no beber de las fuentes de El Retiro con las manos enguarrinadas de tierra o a “morrito medialtura”. 

“¡Niña!, ¡dame las zapatillas que limpio las suelas para que no me manches las baldosas de la cocina, que acabo de fregar”, eso decía Alfonsa, ya que el suelo era suyo y había que respetarlo; después le daba un beso, porque era alegre, bajita y preciosa y me encantaban sus ojos chiquitujos. 

Bonifacio silbaba y cantaba y mi madre bailaba con él. Era un loro listo listo.

No cambio mi infancia por la de nadie.





Comentarios

Entradas populares