Cantos Intraútero

Me pregunto la fecha en la que el ser humano decidió adscribirse a la pseudorred social, a la inmediatez, al neocontacto distante, a la artificialidad disfrazada de Sancho Panza, al diseño gráfico ajeno, a la saeta cantarina, al enmohecimiento neuronal, al espectro nocturno, a la frase permanente y sobre todo, al cónclave ordinario. Y es que pienso de más y sueño de menos e interpreto, haciendo de Sigmund un estandarte del Palio, el del Barrio de la Loba, mi barrio, como buena lúpica.
Empiezo a sospechar que el alfanje que compramos de adolescentes en Estambul es mágico, y a la voz de “¡Sésamo, ábrete!” Alí Babá me va a cantar nanas a deshora y los cuarenta ladrones cenarán tortilla de patata del Mere en mi salón, con escaso cuajo y cuatro dedos de altura. 

Ya recuerdo, fué el mismo día en que a Margarita le fui a contar un cuento y se quedó dormida en el palacio de malaquita, “tan bonita, Margarita, tan bonita como tú”. El caso es que me suena la copla, esa de “porque nosotros, los hombres, hoy somos, mañana no”, y el cantor “canta opinando, que es su modo de cantar”, lo mismo que Kirikú, desde “el vientre de su madre”. 

En aquella foto con mi hermano yo sujeto una bandera sonriente (él otra) y llevo puesta una camiseta donde se lee “my mom & dad went to San Francisco, but all I got was this dumb t-shirt”, muy actual. 
Sí, Siena es preciosa, y el suelo de su catedral aún más.

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